El estudio es el primero que analiza la seguridad del agua para los humanos a la vez que la biodiversidad.
El agua dulce es el recurso más esencial del mundo y de ella depende la vida humana y la economía, así como la existencia de incontables organismos que van desde los microscópicos a los anfibios, aves y animales terrestres de todo tipo.
A lo largo de milenios el ser humano ha tenido una influencia creciente sobre los recursos de agua dulce. En particular, los ríos han atraído a los humanos y éstos los han alterado con presas, regadíos y otras prácticas agrícolas o ingenieriles desde el advenimiento de la civilización.
En tiempos recientes la contaminación química, la creciente población humana y la introducción, accidental o no, de especies foráneas ha tenido un fuerte impacto sobre los ríos y sus habitantes acuáticos. Lo que estos investigadores han visto es que cuando se tienen en cuenta todas estas amenazas sobre los ríos se puede ver un síndrome global de degradación fluvial.
Los distintos ríos en diferentes partes del mundo están sujetos a amenazas similares: intensificación forestal, desarrollo industrial, modificación del hábitat… La contaminación por mercurio, por ejemplo, es un subproducto de la generación de energía eléctrica en plantas térmicas de carbón, que lo arrojan al aire y los ríos se terminan contaminando vía la atmósfera terrestre.
A pesar de que el estudio representa el “estado del arte” en el campo, los investigadores no fueron capaces de tener también en cuenta cosas como la influencia en los ríos de la minería, el aumento de los productos farmacéuticos en el agua y otros factores. Por tanto la situación es porbablemente peor.
Los investigadores se sorprendieron de los altos niveles de amenaza sobre los ríos de EEUU y Europa, pese a los supuestos esfuerzos realizados en las últimas décadas sobre control de la contaminación.
Según explica Vörösmarty lo que estamos haciendo es tratando los síntomas sin solucionar el problema, cuando en realidad sería más efectivo en términos de costes proteger los recursos acuáticos en primer lugar.
La situación no es mejor en los países en vías de desarrollo, pero según McIntyre la importante (y amarga) lección aprendida por los países más avanzados en este tema debe ser llevada a los que están en desarrollo para así promuevan estrategias de protección de las aguas y de la biodiversidad y que de esto modo no cometan los mismos errores. Según él, en lugar de invertir miles de millones de dólares en caras tecnologías de remediación se pueden llevar a cabo estrategias de protección.
Según el estudio los ríos que están sometidos a menos amenazas son aquellos donde la población humana es menor. Los ríos en regiones árticas y en áreas remotas de los trópicos parecen ser los que disfrutan de mayor salud. ¿Por cuánto tiempo?
Informa: Neofronteras
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Global threats to human water security and river biodiversity
C. J. Vörösmarty, P. B. McIntyre, M. O. Gessner, D. Dudgeon, A. Prusevich, P. Green, S. Glidden, S. E. Bunn, C. A. Sullivan, C. Reidy Liermann & P. M. Davies.
Nature 467, 555–561 (30 September 2010) doi:10.1038/nature09440
Abstract
Protecting the world’s freshwater resources requires diagnosing threats over a broad range of scales, from global to local. Here we present the first worldwide synthesis to jointly consider human and biodiversity perspectives on water security using a spatial framework that quantifies multiple stressors and accounts for downstream impacts. We find that nearly 80% of the world’s population is exposed to high levels of threat to water security. Massive investment in water technology enables rich nations to offset high stressor levels without remedying their underlying causes, whereas less wealthy nations remain vulnerable. A similar lack of precautionary investment jeopardizes biodiversity, with habitats associated with 65% of continental discharge classified as moderately to highly threatened. The cumulative threat framework offers a tool for prioritizing policy and management responses to this crisis, and underscores the necessity of limiting threats at their source instead of through costly remediation of symptoms in order to assure global water security for both humans and freshwater biodiversity.