Antes de que los investigadores se conviertan
en investigadores, deberían convertirse en
filósofos. Deberían considerar cual es la meta
humana, qué es lo que la humanidad debe crear.
Los médicos deberían primero determinar en su
nivel fundamental qué es lo que necesitan los
seres humanos para vivir.
Aplicando mis teorías a la agricultura, he
estado experimentando la forma de hacer crecer
mis cultivos de diferentes maneras, siempre con
la idea de desarrollar un método cercano a la
naturaleza. Esto lo he hecho eliminando
prácticas agrícolas innecesarias.
La agricultura científica moderna, por el
contrarío, no tiene esta visión. La investigación
camina desorientada, cada investigador viendo
solamente una parte del conjunto de factores
naturales que afectan la producción de los
cultivos.
Más aún, estos factores naturales cambian de
un lugar a otro y de año en año. Incluso en la
misma parcela, el agricultor debe criar sus
cultivos de forma diferente cada año según las
variaciones del tiempo, las poblaciones de
insectos, las condiciones del suelo y muchos
otros factores naturales.
La naturaleza está en cualquier lugar en
perpetuo movimiento: las condiciones no son
nunca exactamente las mismas de un año a otro.
La investigación moderna divide a la naturaleza
en pequeños pedazos y realiza experimentos
que no se ajustan ni a las leyes naturales ni a la
experiencia práctica. Los resultados se ordenan
según la conveniencia del investigador, no de
acuerdo con las necesidades del agricultor.
Creer que estas conclusiones pueden utilizarse
con éxito invariable en la parcela del agricultor
es un gran error.
Recientemente el Profesor Tsuno de la
Universidad de Ehime escribió un extenso libro
sobre la relación del metabolismo de la planta
con la cosecha de arroz. Este Profesor viene a
menudo a mis campos, cava unos cuantos
agujeros para examinar el suelo, trae
estudiantes para medir el ángulo del sol, de la
sombra y de lo que él quiera y se lleva muestras
al laboratorio para analizarlas.
Yo a menudo le pregunto. “Cuando regrese va a
tratar el método de cultivo sin laboreo y
siembra directa?” Riendo me contesta: “No, le
dejo a usted las aplicaciones, yo me dedicaré a
la investigación”.
Pues así son las cosas. Tú estudias la función
del metabolismo de la planta y su habilidad
para absorber nutrientes del suelo, escribes un
libro, y obtienes el doctorado en agricultura.
Pero no preguntes si tu teoría sobre la
asimilación va a ser relevante para incrementar
los rendimientos.
Incluso si se puede explicar cómo el
metabolismo afecta la productividad de la hoja
superior cuando la temperatura media es de
30°C, hay lugares en que la temperatura no es
de 30°C en Ehime este año, el próximo puede
ser solamente de 25°C
Decir que simplemente acelerando el
metabolismo aumentará la formación de
almidón y se obtendrá una gran cosecha, es una
enorme equivocación.
La geografía y topografía del lugar, el estado
del suelo, su estructura, textura y drenaje,
exposición al sol, relaciones con los insectos, la
variedad de semilla utilizada, el método de
cultivo - verdaderamente una infinita variedad
de factores- deben ser considerados. Un método
de ensayo científico que tenga en cuenta todos
los factores relevantes es imposible.
Se oye hablar mucho estos días sobre los
beneficios del “Movimiento Del Buen Arroz” y
la “Revolución Verde”.
Pero dado que estos métodos se basan en el
cultivo de débiles variedades de semillas
“mejoradas” se hace necesario que el agricultor
realice ocho o diez tratamientos químicos
durante la estación de crecimiento.
En poco tiempo el suelo ha sido desposeído de
microorganismos y materia orgánica. Se
destruye la vida del suelo y los cultivos se
vuelven dependientes de los nutrientes añadidos
desde el exterior en forma de abonos químicos.
Parece que las cosas van mejor cuando el
agricultor utiliza técnicas “científicas”, pero
esto no significa que la ciencia deba venir al
rescate porque la fertilidad natural sea
inherentemente insuficiente, sino que significa
que el rescate es necesario porque la fertilidad
natural ha sido destruida.
Esparciendo paja, sembrando trébol y
restituyendo todos los residuos orgánicos, el
suelo llega a poseer todos los nutrientes
necesarios para hacer crecer arroz y cereales de
invierno en el mismo campo año tras año.
Mediante la agricultura natural, los campos que
han sido dañados por el cultivo o el uso de
productos químicos agrícolas pueden ser
rehabilitados eficientemente.
Masanobu Fukuoka
, extracto del libro LA REVOLUCIÓN DE UNA BRIZNA DE PAJA.