Una nueva leyenda está haciendo furor sobre el origen de la crisis : “nuestra economía” ha sido víctima de la codicia sin límites de un puñado de banqueros y especuladores. Alimentados por el dinero barato del banco central de EE.UU. y apoyado por decisiones de políticos irresponsables, que han llevado al mundo al borde del abismo, mientras que las victimas han sido los de siempre “ la gente honrada”.
Grupo Krisis
Traducción Paralelo36
Nada es tan objetivamente incorrecto e ideológicamente peligroso para la opinión pública que estos tópicos y leyendas. Se trata exactamente de todo lo contrario. El crecimiento desmedido de los mercados financieros no es la causa de la miseria y de la crisis, sí no una maniobra evasiva ante la crisis fundamental que se enfrenta la sociedad capitalista desde la década de 1970. En ese tiempo terminó el boom de crecimiento de la posguerra, basado en un largo período de apoyo a un crecimiento económico real, que basado en la extensión y generalización del modo de producción industrial a nuevos sectores como la fabricación de automóviles. Para la producción de productos básicos eran necesarias en la década de 1950 y 60, una multitud de trabajadores adicionales que alcanzaron salarios que superaron el nivel de la supervivencia y que podían por esa razón también acceder al consumo de masas. Desde la racionalización generalizada en los sectores básicos de la producción mundial, más y más trabajadores fueron sustituidos por procedimientos automatizados que destruyeron las condiciones para un boom económico impulsado por el consumo. La crisis capitalista clásica ha sido así sustituida por la crisis más fundamental y que afecta a la misma posibilidad del trabajo.
La “ humanidad superflua”
Es una de las contradicciones del enloquecedor modo capitalista de producción que el gran salto en la productividad se ha hecho posible por la “revolución microelectrónica” pero no ha dado lugar una vida mejor para todos. Ha ocurrido finalmente lo contrario, el trabajo se ha acelerado, el ritmo y la presión laboral ha aumentado. Para supervivir cada dia millones de personas, en todo el mundo, deben vender ,en las peores condiciones , su fuerza de trabajo, que es valorada por el nivel de productividad , y que de esta forma se ve cada vez más devaluada.Esta es una de las contradicciones del capitalismo, pero también significa que es también un factor que contribuye a la autodestrucción de sus propias bases. Una sociedad que se fundamenta en la explotación del trabajo humano, está llegando a sus límites estructurales, cuando convierte al trabajador cada vez en algo más obsoleto. La economía mundial se ha mantenido , durante más de treinta años, sólo por la inflación y el aumento de la especulación y el crédito ( “capital ficticio”) en continuo movimiento. Si el capital se concentró en los mercados financieros fue debido a que la economía real no ofrece suficientes oportunidades de inversión. Los Estados están en deuda para cubrir sus presupuestos y un número creciente de personas, directa o indirectamente, financian su consumo con el crédito. De esta manera, la esfera financiera se convierte en la industria de base del motor del crecimiento capitalista. La “economía real”, tan cacareada, no fue asfixiada por los mercados financieros. Por el contrario, el “milagro económico chino” y el “record de exportación de Alemania” no hubiese sido posible sin el gran ciclo de expansión y crecimiento de la deuda global de las últimas décadas, con los EE.UU. en el centro.
Gestión de emergencias y la estanflación
En el momento presente las posibilidades de controlar los efectos de la crisis son limitados. Y ello no debe ser motivo de celebración. Las consecuencias serán dramáticas. Por ahora descarga toda la crisis y la devaluación de la potencia acumulada de los últimos treinta años con toda su fuerza. La política tiene la mayor parte de responsabilidad en el ritmo y el progreso de este proceso. Básicamente, no puede parar. O elimina el billón de dólares de los “rescates”, con consecuencias desastrosas para la economía “real”. O aumenta de manera exorbitante la deuda pública nacional y establece así las condiciones para un aplazamiento de la crisis, que surgirá aún mayor y más grave en el futuro próximo. Las consecuencias será el regreso de la “estanflación” – la simultaneidad de la recesión crónica y la inflación galopante – a un nivel mucho más alto que en la década de 1970..Todo empuja en gran medida, y durante los decenios pasados a la caída de los salarios, las condiciones de trabajo precarias, la privatización de gran parte del sector público, al hecho de que una cantidad inesperadamente grande y creciente de la humanidad hayan sido declaradas simplemente superflua. La pregonada “nueva función del Estado” no va a consistir de ninguna manera en la restauración del capitalismo el “renano” de los años 60 con pleno empleo y una mayor prosperidad. Esta aparente vuelta del Estado si puede consistir en la organización y administración de la exclusión social, racial y nacionalista. El retorno de la ”regulación” y “capitalismo de Estado” es concebible sólo en la forma de un Estado autoritario y represivo de la gestión de las emergencias.
El mundo es demasiado rico para el capitalismo
La actual crisis financiera marca el punto de inflexión en la era de capital ficticio y por lo tanto la crisis fundamental del capitalismo, que se puso de manifiesto ya en la década de 1970, alcanzando un nuevo nivel. Esta crisis no es sólo una crisis específica del “sistema imperio” anglosajón o del “neoliberalismo”, como pretende la movilización antiaméricana, con ribetes claramente antisemitas. Más bien, ahora parece que el mundo es demasiado rico para la pobreza del modo de producción capitalista. Porque el modo capitalista de producción pobre es demasiado rico y la sociedad está condenada a la barbarie ,la miseria y la irracionalidad si no es capaz de superar el capitalismo.El problema no son los ”especuladores” y los mercados financieros , sino lo absurdo de una sociedad que produce riqueza sólo como un producto de desecho del valor real o para la utilización del capital ficticio. Un retorno a un capitalismo de bases aparentemente sólidas, centrado en el uso de ejércitos de manos de obra, no es ni posible ni deseable.
Cada víctima que ahora se exige mantener la dinámica destructiva de esta producción absurda , es una burla a la buena vida, que hace mucho tiempo era posible: en una sociedad más allá de la producción de mercancías, dinero y Estado . La crisis actual no es sino la puesta en cuestión, finalmente, del sistema mismo.