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Septiembre de 2001Artículo publicado en la revista Educación Inicial de Editorial La obra
Enviado por:
Alejandra De Renzis Peña
Prof. Sup. en Ens. Preesc.
En ocasiones escuchamos que algunos adultos emiten expresiones con respecto al accionar de un niño observando un sólo aspecto del mismo, acotado, restringido. Sea el de la resolución más o menos rápida de un juego de ingenio o la gran o poca cantidad de vocablos que utiliza o bien como instrumenta los medios para llegar a un objeto de su interés o tal vez si es sociable o no lo es. Sin embargo, por separado, estas cualidades nos muestran una parte de este niño pero no al niño en su totalidad, que como ser único y particular se expresa de muy variadas formas a través de sus intervenciones en el mundo. Es por cierto sumamente importante que veamos al niño como un todo y no como una suma de partes.
Sabemos que a partir de una base biológica el infante desarrollará sus capacidades en un entorno socio-cultural determinado. Este proceso estará atravesado por las redes vinculares que lo sostienen y de sus acertadas o no intervenciones, dependerá su futuro desenvolvimiento y el factor emocional puede constituirse en un factor decisivo en el desempeño global de la persona.
Un niño que tiene con el adulto significante una relación, un vínculo satisfactorio, profundo, que le aporta seguridad y confianza en sí mismo, está mejor preparado para abrirse al mundo. Esto le permitirá, explorar, experimentar y finalmente conocer su entorno. Para iniciar este proceso de conocimiento debe lograr tener aproximación y apropiación de los objetos de su mundo próximo e intentar relacionarse con estos, de la mejor manera. En una primer instancia será lo que esté a su alcance, partiendo de la exploración de su propio cuerpo, manos, pies, etc. y los que el adulto le acerque. En un segundo momento y simultáneamente al comienzo de los desplazamientos, el bebé incursionará en su medio comenzando paulatinamente a alejarse y acercarse del adulto que lo sostiene afectivamente, entrando en una fase de autonomía, siendo el adulto el que le permita o no, sentirse competente, "capaz de". Es en este interjuego de ir y venir donde el reaseguramiento que le proporciona el adulto significante hará posible que el niño vaya construyendo su autonomía o por el contrario su dependencia.
Bowlby diferencia tres tipos de apego, el seguro, el angustiado ambivalente y el angustiado evitante. Según cual sea el que se instale en la relación determinará el tipo de incursión que el niño podrá tener en el mundo.
Es a partir de experiencias gratificantes que se edifica y sostiene una autoestima fuerte y saludable y estas están basadas en la sensación y percepción de que él puede y en esto está comprometida la actitud del adulto. Este adulto que acompaña debe establecer un vinculo de apego que se prolongue en una mirada afectiva de sostén, propiciando la exploración y la actividad autónoma, valorando los logros sin la necesidad de ser el que hace hacer.
Pilares de la línea de trabajo de la Dra. Pikler* el vinculo de apego y el desarrollo motor autónomo, son decisivos a la hora de sentar las bases para futuras intervenciones. Teniendo presente que el desarrollo de la motricidad global es coherente con la concepción de que el niño a través del movimiento expresa su particular manera de ser y estar en el mundo, que Bernard Aucouturier denominó "expresividad motriz".
Pretender que un niño investigue, explore desde una posición que le resulta sumamente forzada sólo da lugar a frustraciones o manifestaciones de enojo o todo lo contrario, apatía. Y si llegara a poder hacerlo estaría seguramente ejercitando de manera disarmónica su musculatura, por lo cual su desarrollo ya no sería parejo. Por ejemplo un bebé al que han sentado de muy pequeño y que no puede salir de esta posición, no solo depende de que otro lo saque de esta, sino que además está manipulando con sus manos en una postura tensa, rígida, "sosteniéndose" para no caer de costado, muchas veces con la cabeza "hundida" en los hombros, mientras que sus extremidades inferiores están inutilizadas ancladas, sus caderas inmóviles. Por lo tanto el tren superior está siendo más ejercitado, más estimulado que el inferior produciéndose una ruptura en el desarrollo de la motricidad global.
Un bebé satisfecho emocional y fisiológicamente, acostado boca arriba tiene el mundo frente a sus ojos. Está estimulado por una multiplicidad de agentes externos que le llegan a través de sus sentidos. Si tiene ropa cómoda y una base firme de apoyo puede interesarse y manipular los objetos de su interés con tranquilidad y seguridad empleando para ello toda su atención. Lo realiza de costado en el piso o boca arriba, utiliza todos los músculos para cambiar de postura mientras manipula. Si está de costado se sostiene con la pierna y el brazo de la misma lateralidad apoyada a lo largo mientras que con la otra pierna en flexión equilibra su cuerpo logrando estabilidad y maleabilidad. Si aún esta posición no le es la más familiar es probable que vuelva o permanezca en decúbito dorsal para sentirse cómodo y tranquilo.
La concentración que un bebé le otorga a un elemento, sonido y/o persona es proporcional no sólo a su madurez sino a la posibilidad de hacerlo sin la interrupción de un adulto ajeno a estas experiencias fundamentales. Conocer implica un proceso de apropiación con un tiempo de experimentación exhaustivo y necesario. Pero si consideramos que el niño necesita de nuestra intervención constantemente sin discriminar cuando es necesario y cuando es un avasallamiento, entonces no podemos hablar ni de niños "competentes", capaces, ni de las necesidades individuales. Estaríamos hablando de una cosa y haríamos otra.
La Dra. Pikler llevó a la práctica la consideración que como pediatra había observado y que luego de investigar comprobó a través de 40 años de práctica en el Instituto Lóczy, que los niños tienen la capacidad innata para desarrollarse motrizmente de manera autónoma. Consecuentemente con ello a través de un profunda indagación ratificó que no había sustento teórico ni de investigación, para considerar que necesitan de los mayores para llegar a posiciones como sentado y parado como tampoco para acceder a la marcha segura. Desde ya todos los niños que adquieren la marcha una vez lograda tal adquisición, estarán equiparados aparentemente. Y digo aparentemente pues los pasos previos que le permitieron llegar a esta serán muy diferentes a los que lo hicieron a partir de un adulto que lo sentó, lo paró y lo llevó de sus manos para que diera sus primeros pasos, a aquel que lo hizo a partir de experimentar sus propias posibilidades en cada momento de su desarrollo, a su tiempo y en la medida de sus motivaciones, ejecutando para ello un abanico de posiciones intermedias que le aportarán un conocimiento profundo y acertado de sus capacidades motrices, como también la correcta coordinación, la maleabilidad y la armonía de sus movimientos junto con un equilibrio y finura de sus gestos producto de la elaboración, ejercitación y apropiación paulatina de sus logros.
Como manifiesta la Dra. Myrtha Chokler " El movimiento representa más que el placer sensoriomotor es el instrumento y modo de expresión de su orientación en el ambiente, de sus acciones inteligentes, de su comportamiento social y de sus afectos."
La posibilidad de explorar el entorno entonces ya no queda circunscripta a la adquisición de la marcha pues desde que el bebé boca arriba, gira a la posición decúbito ventral y vuelve hacerlo a decúbito dorsal comienza la posibilidad de adquirir el rolado y luego el reptado y con estas la de acceder a un mundo no tan cercano pero si de su interés. Es así que desde mucho antes del gateo inclusive, los bebés pueden ampliar el horizonte de su conocimiento y esto sin la ayuda del adulto.
No se debe mal interpretar, el adulto está pero desde otra actitud, es el que favorece, el que posibilita, desde las condiciones ambientales y emocionales para que en un ámbito sin peligros y con objetos acordes a la edad de los niños se vea facilitado el desarrollo no sólo de la motricidad global sino también el desarrollo de la estructura psíquica. La conformación de un YO fuerte comienza a partir de la percepción de que sus incursiones en el mundo son satisfactorias, que le aportan lo que él necesita a partir de las respuestas de los que lo rodean. Creando un sentimiento de competencia. Freud sostenía que el Yo del bebé es en primera instancia un Yo corporal, todo pasa por sus sensaciones propioceptivas, interoceptivas es y se expresa a través de su cuerpo. El modo en que el adulto que sostiene significa sus demandas, necesidades, expresiones y sus actitudes será lo que el niño internalice como positivas o no, efectivas o no, importantes o no, esto implica a un niño en formación interactuando con un adulto.
Dar lugar a las manifestaciones particulares implica conocer las capacidades y para esto es necesario favorecer la expresión de las mismas.
Por ejemplo, un niño pequeño que aún no se sienta "por sí solo"( me refiero a que no llegó a esta posición a través de la experimentación de todas las posturas intermedias) es sentado por los adultos y sostenido por almohadones. Los objetos de su interés están próximos a él y puede tomarlos y manipularlos, todo está aparentemente bien. De pronto uno de estos objetos sale de su campo de acción y el niño al tratar de alcanzarlo se cae o al sentir que no puede hacerlo comienza a llorar. El adulto se acerca y en el mejor de los casos le acerca el juguete pero es probable también, que piense que el bebé se cansó de jugar y lo lleve a realizar otra actividad. En ambas situaciones el adulto decidió por el niño, debido a la imposibilidad de este de continuar con su accionar ya que no es autónomo en sus posturas. Cuál es el impacto de esta intervención en la constitución interna de este niño? Seguramente siente que depende absolutamente de este adulto y a la vez no está siendo comprendido por él por lo tanto el canal de diálogo que ya existe y que se está complejizando se ve obstaculizado. La comunicación se entorpece, el camino a la comprensión se hace dificultosa. En una primer etapa, donde el lenguaje corporal es lo predominante paradójicamente el cuerpo está siendo limitado en sus expresiones.
Pero que sucedería si este bebé, que estuvo en el piso el suficiente tiempo que él necesitó, construyó, vivenció posiciones intermedias, que le permiten seguir al objeto de variadas maneras como por ejemplo reptando, rolando, girando sobre su eje? Pues de ser así este bebé continuaría la actividad que estaba desarrollando con el objeto hasta que él la diera por finalizada por que otro es su interés, ya sea otro objeto o bien porque una necesidad fisiológica lo invade y es prioritario satisfacerla. De esto se desprende que esta urgencia del adulto por sentar o parar a los bebés está más relacionada con sus ansiedades y el desconocimiento del desarrollo motor de los niños. El cual es determinado por cada niño de acuerdo a sus tiempos internos y por supuesto a la posibilidad de que el mayor lo deje intentarlo.
Si le hacemos sentir que es incompetente pues lo será, pero si valoramos cada pequeña cosa que logra lo haremos sentir seguro y eficaz en sus acciones y esto le aportará el beneficio invalorable de construir una autoestima capaz de sostenerlo frente al mundo. Estas primeras experiencias positivas o negativas que han dejado su marca se reactualizan ante cada aprendizaje, es así que según la matriz con la que cuente será la forma en que se apropie de lo nuevo. Si ante cada situación de conocimiento hubo un adulto que fue sostén desde el afecto, con la mirada y le proporcionó seguridad permitiéndole explorar y conocer. Si cuando su proyecto de acción no resultó, hubo un adulto que contuvo mitigando la frustración. O bien las ausencias se alternaron con una ajustada presencia en tiempo y espacio, si fue respetado en sus tiempos de decisiones y elecciones, decidiendo sobre la acción a realizar o cual elemento utilizar, pudiendo proyectarla y ejecutarla en su totalidad sin la irrupción de un mayor. Adulto que de interferir constantemente se convierte, en obstaculizador en lugar de ser un agente vehiculizante, no permitiendo que los procesos mentales se profundicen y multipliquen. La Dra. Chokler opina "que frecuentemente vemos que la presencia del adulto durante el juego es tan fuerte y tan atrayente para el niño, que muchas veces se convierte en un obstáculo para que pueda desarrollar sus propias elaboraciones, interrumpiendo los encadenamientos de las relaciones lógicas que él está en tren de organizar"
Las sensaciones que despierta el entorno que sostiene, a nivel corporal como psíquico, dejarán su marca en el proceso de conocimiento. Las emociones provocadas a través de un adulto, que no puede contener o que no puede esperar pero hace esperar demasiado, del que privilegia su ritmo social sin tener en cuenta tiempos y silencios del bebé, del que significa desde la propia necesidad y no de la real del niño, repercutirán en un futuro en la calidad de las conductas que el niño irá organizando y manifestando.
Durante los tres primeros años de vida, estas primeras experiencias quedarán registradas a nivel de impresiones arcaicas en la estructura psíquica del individuo y lo acompañarán a lo largo de su vida de relación y le darán forma a sucesivas interrelaciones. De estas primeras impresiones y de sus resultados en cuanto al grado de satisfacción o frustración como a la manera en que se desarrollaron se instalarán y determinarán las siguientes, siendo las matrices de aprendizaje, los moldes donde se apoyarán las futuras apropiaciones de la realidad. Como dice la Dra. Myrtha Chokler "los modelos de aprender a aprender".
Un niño avasallado que no es respetado en sus tiempos de desarrollo, estará mas expuesto y será mas vulnerable a los cambios y exigencias del medio. Sus raíces, las bases a las que recurre para encontrar herramientas que lo ayuden a adaptarse serán endebles y susceptibles de desorganización. Esto le resultará un factor de desventaja y desarticulación que le impedirá tener un desarrollo pleno de sus capacidades innatas y adquiridas en el momento que deba ponerlas a prueba.
Un entorno primario atento y sensible a las inquietudes de los chicos y dispuesto ha favorecer el despliegue y fortalecimiento de sus capacidades, redundará en un buen estado de salud psíco-física de cada niño. Donde los resultados a nivel social estarán a la vista a partir de la manifestación de un orden interno que se expresará en el accionar de cada niño a través de actitudes calmadas y de previa elaboración que posibilitarán el intercambio de opiniones. En un contexto de tranquilidad podrán resolver situaciones elaborando estrategias de acción y facilitando el acceso a hipótesis que llevarán a la creación de propuestas de acuerdo a cada situación. Logrando el mayor beneficio al permitir el desarrollo de las capacidades individuales en favor del bien común.
El futuro está en manos de nuestros niños pero las herramientas con las que contarán para desenvolverse, dependerán de nosotros. Cuáles y cómo las construyan en el presente será fundamental para su adaptación a los tiempos que vendrán donde la creatividad será indispensable para su realización como persona.
*La Dra. Emmi Pikler, pediatra e investigadora, fue la responsable del Instituto Lóczy, desde el año 1946.
La Dra. Myrtha Clokler es Dra. en Fonoaudiología. Dra. En Psicología de 1 Ecole des Hautes Etudes en Sciences Socialaes de 1 Université de Paris VI. Directora de Fundari. Jefa técnica del área de Atención Temprana del Desarrollo Infantil de la Dirección de Educación Especial de la Prov. de Bs. As. Directora de la Licenciatura en Psicomotricidad Educativa de la Universidad Nacional de Cuyo.Directora de la Carrera de Postítulo de Atención Temprana del desarrollo Infantil.
Bibliografía:
Dra. Emmi Pikler. Moverse en Libertad.
Dra. Myrtha Chokler. Los Organizadores del Desarrollo Psicomotor.
Judit Falk. Mirar al Niño.
Bowlby. La Teoría del Apego.
Winnicott. La Familia y el desarrollo del Infante.
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