BIOLOGIA DEL TAO O EL CAMINO DEL AMAR.


Humberto Maturana y Ximena Dávila

La noción del Tao constituye una invitación a un vivir en el bien-estar psíquico y corporal, a un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia en el hacer que surge del ver el presente cuando no hay prejuicio o expectativa. Como tal, la noción del Tao ha llevado a muchas personas a la reflexión y a la acción que busca encontrar o revelar la naturaleza de ese vivir en los ámbitos de la filosofía, la mística, y la religión.

¿Con qué nos conecta ese vivir?, ¿con lo divino o lo biológico? Pensamos que el vivir al que la noción del Tao nos invita es el vivir fundamental del vivir del ser vivo en su naturaleza biológica que se da en el existir en un presente cambiante continuo. En nosotros, los seres humanos, ese vivir ocurre como un vivir en el lenguajear sin enajenarse en el explicar, vivir que surge cuando se vive en la ampliación del ver en el desapego que es la biología del amar. Por esto el camino del Tao es el camino del amar, y el camino del amar es la biología del Tao.



Introducción


Este artículo es el producto de una serie de conversaciones que tuvieron lugar entre Ximena Dávila y Humberto Maturana en el verano del año 2002, y presenta el entendimiento del tema de la “Biología del Tao” a que ellos llegaron.

Pero hay algo más. Lo que decimos a continuación sobre la noción del Tao, surge desde una mirada reflexiva que hemos escogido llamar filosofía natural. Nosotros pensamos que uno hace filosofía cada vez que se pregunta por los fundamentos de su hacer, cualquiera este sea y en cualquier ámbito del pensar y actuar, sea éste el vivir cotidiano, político, científico filosófico o tecnológico. La mirada reflexiva que llamamos filosofía natural aparece en el momento en que uno se da cuenta de que existen dos preguntas básicas en la reflexión sobre los fundamentos de todo lo que ocurre en nuestro vivir como seres humanos, esto es, las preguntas por el ser y por el hacer. La historia del pensar reflexivo occidental ha estado centrada sobre la pregunta por el ser, por el en sí por la búsqueda de la realidad y de las verdades últimas. Nosotros ahora nos preguntamos por el hacer, por ¿cómo hacemos lo que hacemos?

Desde su inicio el pensar filosófico occidental sigue el camino de la pregunta por el ser, pregunta ésta que parece contestable desde el pensar místico-espiritual-religioso que ve un fundamento trascendente a la transitoriedad del ocurrir del suceder de todo lo existente. El pensar filosófico occidental es congruente con el pensar oriental en la aceptación implícita o explícita de un fundamento trascendente para toda la existencia. A nosotros nos parece que la pregunta por el hacer como pregunta básica, no estaba accesible al pensar pre-filosófico por la actitud cultural que aceptaba el fundamento trascendente de toda existencia, y que por ello no se desarrollo desde entonces. Esta pregunta es posible ahora porque el pensar occidental desde el pensar científico ha dado origen a una libertad reflexiva que permite la pregunta por el hacer en un ámbito de entendimiento y acción que permite contestarla. Más aún pensamos que esta pregunta bajo la forma fundamental de ¿cómo hacemos lo que hacemos los seres humanos? no es la pregunta que se pueda hacer y haya sido hecha en el pensar científico tradicional porque éste surge en un trasfondo conceptual que pregunta por el ser, por la esencia, por la realidad, por lo objetivo, desde un aceptar implícito un soporte trascendente para la existencia.

Es por lo anterior que cuando nosotros nos preguntamos por el hacer, por cómo hacemos lo que hacemos los seres humanos, lo hacemos desde el cambio fundamental ontológico y filosófico que se inicia con la Biología del Conocer (Maturana 1970), y que ahora desde nuestras reflexiones en el desarrollo del entrelazamiento conceptual de la Biología del Conocer y la Biología del Amar en la Matriz Biológica de la Existencia Humana, llamamos filosofía natural.

El trabajo que presentamos a continuación surge en éste trasfondo conceptual y es de hecho un trabajo en el ámbito de la filosofía natural en el preguntar implícito por ¿que hacer de nuestro vivir, da origen en nuestro vivir a la experiencia del Tao?



Camino del Tao:


El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en el bien-estar psiquico y corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia. Como tal, la noción del Tao ha llevado a la reflexión y a la acción a muchas personas en los ámbitos de la filosofía, la mística, y la religión.

En esta nota queremos reflexionar sobre los procesos biológicos que como procesos del vivir y convivir dan origen a la experiencia básica cuyo cultivo da origen a la expansión del bien-estar en el vivir cotidiano que en la tradición oriental se connota con la noción del Tao, y que todos los seres humanos podemos vivir si de hecho la cultivamos.

Pensamos que todas las experiencias que los seres humanos vivimos, en toda circunstancia y cualquiera sea el nombre que les demos, nos ocurren como aspectos de nuestro vivir humano en el fluir de nuestro vivir biológico, y pensamos también que es por ello que se pueden cultivar y expandir, dando origen a distintos modos de vivir y convivir en espacios culturales que llamamos místicos, religiosos, filosóficos, científicos o artísticos.

Nos parece que la experiencia básica cuyo cultivo constituye el camino del Tao es una experiencia de bien-estar que se extiende a todas las dimensiones relacionales de lo humano como una experiencia de armonía psíquica y corporal en todas las dimensiones del vivir y convivir, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. La experiencia del Tao según nosotros no tiene que ver con lo que se vive, sino que con cómo se vive lo que se vive.

Es, por lo tanto, hacia lo que consideramos los fundamentos biológicos de la experiencia que hace posible el camino del Tao como experiencia del vivir en el bien-estar fisiológico, psíquico, y espiritual, hacia adonde dirigimos nuestras miradas y reflexiones. Más aún, esto lo hacemos entendiendo que hablamos de algo que no se puede describir sino que sólo se puede evocar en quienes ya lo conocen como una experiencia espontanea o cultivada. Sin embargo el que no podamos describir la experiencia que deseamos evocar no es ni constituye una dificultad muy grande, porque todos hemos vivido alguna vez en nuestra vida la experiencia básica de bien-estar cuyo cultivo constituye el camino del Tao. La descripción no reemplaza lo descrito.



El presente:


El presente es el suceder del vivir mismo. El presente es el ocurrir en el ocurrir, lo que sucede en el fluir del suceder. Al hablar del presente hablamos en torno a lo que queremos evocar, y la descripción que hacemos al hablar del presente no lo reemplaza como suceder del vivir.

Como la descripción no reemplaza lo descrito, todo lo que hacemos y podemos hacer al hablar del vivir en el presente que es el Tao es intentar evocar en la sensorialidad de nuestro vivir ahora la sensorialidad de algo vivido antes en el fluir del vivir del que queremos hablar. Además, en este intento la sensorialidad que queremos evocar queda oculta al entrecruzarse con la sensorialidad propia de los deseos y expectativas o miedos desde donde queremos evocar y recuperar el fluir del vivir vivido.

Si miramos a los seres vivos que existen fuera del lenguajear, vemos que ellos viven en el continuo presente que se vive sin la evocación descriptiva de un pasado que complica el presente desde la añoranza por lo ausente. Mas aun, viven sin pensar ni desear un futuro que surge de la descripción de lo que se espera que ocurra y modifica el presente desde la frustración porque no se satisfacen las expectativas que los deseos de un futuro implican. Los animales que existen fuera del lenguaje simplemente se deslizan en el vivir en un continuo presente cambiante que surge espontáneamente sin reflexión momento a momento en el fluir de la conservación del bien-estar propio de la dinámica sensorial de cada momento del vivir que se vive. Al hablar del vivir en el presente de estos seres hablamos de su vivir como un vivir inocente en el bien-estar sin añoranzas ni expectativas, en el que se encuentra y se vive la alegría o el dolor de lo que hay en la relación inmediata y no de lo imaginado; y hablamos de un bien-estar que se pierde cuando el vivir en la consciencia del pasado y del futuro que el lenguaje hace posible nos lleva a la frustración ante los deseos no cumplidos y al sufrimiento que el apego a los deseos no logrados trae.

El camino del bien-estar del presente vivido en el vivir inconsciente del vivir fuera del lenguaje, no es el camino del bien-estar que se quiere evocar cuando se habla del Tao, y en el que se puede decir: “el maestro no actúa y todo se hace“. Lo humano ocurre en el vivir en el lenguajear, y tanto el vivir consciente como el vivir inconsciente del vivir humano surgen del vivir en el lenguajear, y por lo tanto el camino del Tao como camino del vivir humano en el presente necesariamente ocurre como un vivir en el vivir en el lenguajear.



La experiencia:


La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que nos pasa nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el lenguajear. Como la descripción de la experiencia no puede reemplazar lo vivido, la descripción sólo puede ponerla en el ámbito de la mirada reflexiva y así constituirla como elemento del mundo humano que es el mundo que surge en el lenguajear.

El mundo humano como mundo que se vive en el lenguajear en la generación de dominios de coordinaciones de coordinaciones de haceres, se puede vivir como un continuo presente que se vive en su mero ocurrir sin reflexión que mire el curso de ese vivir. O se puede vivir en la mirada que trae a la consciencia como aspecto del vivir cotidiano el sufrimiento por la frustración ante las expectativas y los deseos no cumplidos o la alegría cuando los deseos se ven cumplidos. En el primer caso el vivir humano ocurre como el vivir animal no reflexivo, y no surgen en él preguntas sobre el presente, y el vivir en el bien-estar es un vivir en un presente sin apego anticipado a lo que traerá consigo el cumplimiento de los deseos o las expectativas. En el segundo caso, el vivir humano ocurre en la mirada reflexiva que abre el camino a la frustración que genera dolor y sufrimiento por el apego al valor que se ve en lo que se perdió o que no fue al no cumplirse los deseos o las expectativas pensadas, tanto como el camino desde donde se ve ese apego y es posible preguntarse por la legitimidad del dolor y el sufrimiento que genera a la vez que por el camino de acción que nos pudiera liberar de ese dolor y sufrimiento. La noción del Tao intenta evocar el vivir del camino experiencial que de seguirlo constituiría en nosotros esa liberación.

El vivir humano es en el vivir en el lenguajear, y la liberación del sufrimiento que trae consigo la frustración por no lograr lo deseado en el apego al valor de lo no logrado o perdido, debe ocurrir como un vivir humano en el presente, esto es, como un simple ocurrir espontáneo en el vivir consciente que el vivir humano es cuando se vive sin apego a lo que no es. La dificultad está en que la reflexión cambia el presente que se vive y lo entrelaza con el cambio de emoción que surge en el fluir de su ocurrir cuando este (el presente) comienza a vivirse desde las expectativas de lo que pudiera ser y no en su mero ocurrir en lo que esta ocurriendo. El darse cuenta de que es posible salir del sufrimiento del apego a la frustración ante los deseos no cumplidos genera el deseo de salir de ese apego, pero si no sabemos como hacerlo ese deseo abrirá en nosotros el camino a nuevas frustraciones ya que lo viviremos desde lo que queremos que sea y no desde lo que esta siendo. Sin embargo hay situaciones que surgen de manera espontánea en el curso del vivir que se viven como un bien-estar consciente en el que no hay sufrimiento ni dolor porque se viven como experiencias de mera consciencia del hacer sin expectativas ni deseos, en un destello de consciencia de ser sin ser. Es el deseo de repetir y cultivar esa experiencia sin perder la consciencia del vivir humano consciente en el lenguajear porque es una experiencia de bien-estar en el desapego, lo que lleva a la búsqueda de un camino experiencial que cuando se logra se connota con la noción del Tao.

El vivir animal inconsciente de vivir en un presente sin pasado ni futuro, es un vivir sin apego al valor que uno le puede asignar a lo que se pierde en la frustración de los deseos y las expectativas, y es un vivir en el bien-estar de un camino como el camino del Tao pero que no es ese camino porque no ocurre en el vivir consciente como el vivir humano. La búsqueda de ese bien-estar en el vivir humano es difícil porque se trata de vivir el ser consciente sin el actuar de ser consciente. Esto es, se trata de vivir fuera de la trampa del deseo de vivir el bien-estar del mero presente sin pasado ni futuro sabiendo que en nuestro vivir hay pasado y futuro. Por último, este darse cuenta ha llevado a darse cuenta de que el dolor que surge en la pérdida de lo efímero no es por apego a lo efímero sino que es por apego al valor trascendente o permanente que uno cree o supone tenia lo efímero perdido. Este apego que genera un sufrimiento que enferma el alma y el cuerpo es un apego por el ser de lo que no es.



El desapego:


Vivimos una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido a lo deseado y constituye la medida de su valor. Y en esta nuestra cultura, es el apego al dolor por la pérdida del valor y sentido de lo efímero deseado lo que genera el sufrimiento, no el deseo como tal. En otras palabras, en tanto el dolor de la perdida le da valor y sentido a lo perdido en nuestra cultura, la asociación entre dolor y valor o sentido genera el apego al dolor dando origen a un sufrimiento que se hace más valioso cuanto mayor es, porque cuanto mayor es el dolor mayor es el valor o sentido de lo perdido.

Es por todo lo anterior que la liberación del dolor y el sufrimiento pasa por el desapego que reconoce implícitamente que nada tiene valor o sentido por sí mismo, y que el que el valor o sentido que le damos a lo transitorio que perdimos, surge como un comentario que hacemos desde la realización de nuestro vivir sobre las relaciones sistémicas a que pertenecía lo perdido. Valor y sentido son nociones que revelan el vivir relacional cultural de las personas que los viven y cuyas vidas afectan o guían desde los apegos con que los vivimos. Esto es, en tanto valor y sentido no son en sí, y no tienen un fundamento trascendente, el creer que lo son nos atrapa en un dolor que conservamos como sufrimiento en una dinámica que se sostiene justamente en nuestro creer que lo transitorio perdido tenia valor o sentido en sí. El dolor y el sufrimiento existen en el apego a un valor o sentido trascendente que no es, al no ver que somos nosotros mismos los que le damos valor o sentido a lo que distinguimos según lo que deseamos hacer con ese valor o sentido que creemos trascendente y permanente. El sufrimiento surge del apego al valor que le asignamos a lo distinguido con el dolor que sentimos por su ausencia, y se conserva, por lo tanto, en el apego a un ser que no es como si fuese un ser en si, en la ignorancia del no ser en si de todo ser.

El camino que nos libera del apego, y por ello del dolor y el sufrimiento, es el camino que nos saca de la ignorancia que es el no saber el no ser de todo ser, y en particular del no ser del ser del valor o sentido que le asignamos a lo perdido. Esa ignorancia sobre el no ser en si del ser de lo distinguido nos aparece como el mal-estar de un hacer inadecuado al presente relacional que emerge desde nuestro entorno en el fluir de nuestro vivir. Y es un hacer inadecuado que surge de la distorsión que las expectativas, deseos, exigencias o miedos sobre el valor o sentido de lo distinguido imponen sobre nuestra visión de la matriz relacional donde se da, desde nosotros, nuestro hacer como lo que constituye el fluir de nuestro vivir en interacciones con un medio que emerge como nuestro presente con nuestro mismo vivir.

En el vivir de un organismo que existe fuera del lenguajear, el hacer inadecuado al presente relacional que este vive aparece ante un observador como ignorancia o conducta incongruente con el curso de su vivir como resultado de un apego a un modo de fluir en el vivir que era adecuado hasta ese momento, pero que es ciego al cambio de la circunstancia en que el organismo comienza a estar inmerso. Cuando esto sucede, la congruencia con el presente que el organismo vivía hasta ese momento se altera de modo que se reducen las dimensiones relacionales que hacían su vivir un vivir en el bien-estar. Si esta alteración es transitoria y no total, el organismo sigue su vivir en un curso de mal-estar transitorio en el que eventualmente se recuperan las dimensiones de bien-estar perdidas de modo que el mal-estar que el observador veía como ignorancia del organismo en su vivir en el presente, desaparece. Si no es así, el vivir del organismo se altera de un modo que sigue un curso que lo lleva a la perdida de su identidad como un organismo de una clase particular, o a su muerte en la pérdida completa del saber vivir que es la muerte.

En el vivir humano en el lenguajear, el lenguajear mismo es fuente de ignorancia frente a una distinción al abrir la posibilidad de apego al valor o sentido que se le asigna desde el razonar que el lenguajear es a lo que se supone es el ser trascendente de lo efímero distinguido. Por esto, el vivir humano en el presente sin dolor ni sufrimiento requiere vivir todas las dimensiones de los mundos humanos que surgen en el lenguajear (incluyendo el explicar, el comprender, los deseos, las expectativas, y la consciencia de si, de ser y estar), como meros aspectos del flujo del vivir en el desapego al valor o sentido que uno podría dar al supuesto ser trascendente de lo distinguido, cualquiera que esto sea. Es por todo esto que el desapego en el vivir que se evoca con la expresión Tao, implica un vivir en el que todo se vive en el saber que nada tiene valor o sentido en si, y en el que todo lo que se vive se vive en congruencia con ese saber. Ese modo de vivir no puede ser descrito porque no tiene forma preestablecida al surgir espontáneamente en el presente cambiante que vive quien vive así, aunque un observador que ve ese vivir vea unidad con toda la existencia y amor y ternura con todo lo existente, en un vivir sin control, sin agresión, sin codicia, sin vanidad, y sin envidia



Lo efímero:


Los seres vivos existimos en el fluir de lo inpermanente, en la continua transformación de nuestra corporalidad en torno a la conservación de una identidad relacional que también puede estar en un flujo de continuo cambio. En este vivir efímero que es el vivir de los seres vivos, los seres humanos no somos distintos, salvo en que lo que concebimos en nuestro lenguajear participa de las dimensiones relacionales que a la vez cambian y se conservan como referencias en torno a las cuales ocurre nuestro continuo cambiar. Sin embargo, en la cultura patriarcal-matriarcal en que transcurre nuestro vivir actual, vivimos como si el cambio no existiese, y como si el vivir mismo fuese eterno, sin principio ni fin, aún en la experiencia cotidiana del termino de todo en una transitoriedad inevitable. Es desde la consciencia de la experiencia cotidiana de eternidad de un vivir transitorio en que se vive cada instante como si fuese eterno, que surge en nosotros el deseo y la búsqueda de lo permanente en el intento de retener el valor o sentido de ese presente que aunque se vive como permanente se sabe que es transitorio. Es desde la vivencia de eternidad que vivimos en cada instante de nuestro vivir, que damos a lo que imaginamos permanente en nuestro ser un valor trascendente que deseamos retener como un aspecto fundamental de nuestra identidad. Y no vemos que entramos en un vivir ciego ante la belleza de nuestra transitoriedad que nos permite vivir la identidad no permanente que nos da el bien-estar de la conservación del desapego que nos libera del control, de la envidia, la vanidad, la codicia y la agresión, o lo que es lo mismo, que nos hace posible vivir el camino del Tao. Lo humano ocurre en lo efímero, en el tránsito entre un comienzo y un fin, y es en ese tránsito que se puede dar un vivir en el presente en la conservación consciente del bien-estar que se vive cuando se vive sin apego ni rechazo a la consciencia de lo efímero que nos hace humanos, y humanos en la biología del amar. Es en la transitoriedad del vivir humano donde se puede vivir en el camino del Tao.



La explicación:


Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y vivimos, por una parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica, que es el espacio de existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el lenguajear, que como fluir consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres constituye el ámbito relacional donde existimos como seres humanos en la realización biológica de la materialidad de nuestro vivir. En este vivir biológico humano explicamos nuestro vivir describiendo su ocurrir bajo distintos modos de evocar su fluir en el lenguajear. Sólo los seres humanos como seres que existimos en el lenguajear podemos hacernos preguntas que se contestan con explicaciones, las que como flujos de lenguajear ocurren en la realización de nuestro vivir humano y describen los procesos que generarían lo que explicamos.

En lo fundamental el explicar es contestar una pregunta que busca revelar el origen de algo con una historia que muestra la forma de ese origen, y que es presentada intentando satisfacer a la vez las expectativas del que pregunta y ampliar su entendimiento. Por lo tanto, explicar el camino del Tao es describir los procesos del vivir que darían por resultado vivir el camino del Tao. De esto resulta que para quien quiere acercarse a vivir el camino del Tao explicándolo como un modo de vivir el presente, ya sea porque se imagina desde las experiencias ya vividas el bien-estar que el vivir en el desapego promete, o porque se imagina ese bien-estar desde el entendimiento racional de lo que ha oído decir que es el camino del Tao, hay dos cursos de acción posibles según la emoción con que el o ella escuche la explicación del Tao. En uno de estos dos cursos de acción el o la que escucha se satisface viviendo una evocación sistémica de la disposición relacional que el o ella debería adoptar de manera inconsciente para vivir en el vivir consciente el bien-estar que el vivir el presente sin apegos trae, confiando en el saber de aquel que contesta su pregunta por el Tao. El otro curso de acción es aquel en el que quien escucha quiere oír la descripción de una red o secuencia de procesos que al operar daría como resultado a la experiencia de vivir el camino del Tao, entendiendo de manera racional la naturaleza de esa experiencia e intentando realizar esa secuencia o red de procesos en el propio vivir. Cualquiera sea el camino que se escoge, es el reconocimiento espontaneo o guiado de la experiencia de desapego que se busca lo que de hecho hace posible encontrar el camino del vivir que lleva y realiza el camino de Tao en la consciencia vivencial de la unidad con toda la existencia.

Estos dos caminos se entrecruzan en la búsqueda de la experiencia del vivir en el presente sin apegos. Sin embargo no reemplazan ni hacen a la vivencia del presente que se tiene que vivir como resultado de los cambios internos que surgen al vivir siguiendo la conservación de los destellos de desapego que se hayan vivido de manera espontánea, en la confianza de que ese vivir consciente es posible como una forma natural de vivir. La explicación del Tao no es el Tao, la descripción del Tao no es el Tao, y el ansia de vivir en el Tao, que como apego a obtener lo deseado niega el vivir en el presente sin apegos, niega el vivir en el camino del Tao.

Si buscamos vivir en el presente sin apegos en la búsqueda del camino del Tao, nos transformamos en esa búsqueda en una dinámica que cambia la forma de esa búsqueda. Y esto pasa porque somos seres humanos que se transforman en el vivir según el curso que sigue la dinámica relacional que conservan en la conservación de un vivir que busca el bienestar aun en el dolor o sufrimiento. Todo depende de poder recordar la dinámica corporal / sensorial del bien-estar del vivir en el presente sin apego, que se vivió en un presente antes vivido espontáneamente.



El entendimiento:


Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos, lo sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber. El entendimiento es un ocurrir biológico posible gracias al operar del sistema nervioso, ya sea éste un sistema celular o un sistema molecular, según que los elementos operacionales que lo componen sean cambios de relaciones de actividad neuronal, o dinámicas de cambios de relaciones moleculares, pero ocurre como un vivir relacional del organismo.

El sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios de relaciones de actividad entre sus componentes, y como tal algunos de sus componentes existen en intersección estructural con el organismo a nivel de las áreas sensoras y efectoras de las superficies relacionales internas y externas de este. En su operar, sin embargo, el sistema nervioso no hace diferencia entre lo interno y lo externo del organismo. Tal distinción pertenece al operar del observador. El sistema nervioso no interactua con el medio, el organismo sí. Esto es, el sistema nervioso existe como una red cerrada de cambios de relaciones de actividad entre sus componentes, ciego a lo que pasa con el organismo en sus interacciones en el medio. Mas aun, como resultado de su intersección estructural con el organismo, la actividad del sistema nervioso como red cerrada de cambios de relaciones de actividad entre sus componentes da origen continuamente a las correlaciones senso / efectoras del organismo que constituyen el fluir de los encuentros recursivos de este con el medio en la continua generación de su conducta. Y esto ocurre como una dinámica de interacciones en la que los encuentros del organismo con el medio resultan en un gatillamiento recíproco de cambios estructurales que dan origen a la continua transformación estructural congruente entre sistema nervioso, organismo y medio en torno a la conservación del modo de vivir del organismo. Esta transformación estructural congruente del sistema nervioso con el organismo, y del organismo con el medio, que conserva una dinámica conductual congruente entre un organismo cambiante y un medio cambiante, es el resultado de que tanto el organismo como el medio tienen estructuras plásticas y existen abiertos a un continuo flujo de cambio estructural en torno a cualquier configuración relacional que se conserve entre ellos. El organismo tiene en cada instante una estructura que define el espacio operacional en que opera y conserva su vivir en ese instante a través de las correlaciones senso / efectoras que su estructura de ese instante hace posibles. Por esto los cambios estructurales que el sistema nervioso sufre en el vivir interaccional del organismo en el medio (nicho) que lo hace posible, y los cambios correspondientes del medio surgen naturalmente subordinados a la conservación de la de la realización del organismo, o este se desintegra.

En estas circunstancias, lo que un observador ve como la conducta de un organismo es la dinámica de cambios estructurales congruentes que ocurren en la relación organismo / medio en el curso de curso de sus interacciones, y no algo que el organismo haga desde si. La conducta es la configuración relacional dinámica del fluir de las interacciones del organismo con un medio que surge en la interacción misma, y que aunque un observador ve como algo que se configura en ese entrejuego con la participación de ambos en la realización del vivir del organismo, al hablar de ella lo hace describiéndola como si fuese algo que el organismo hace. En el vivir del organismo el medio no preexiste a su vivirlo, surge con el. Y esto es así aunque para el observador en su descripción del organismo y de sus relaciones con el medio corrientemente hable del medio como un ámbito de coherencias operacionales preexistentes al organismo que lo hacen posible a la vez que comprensible. Naturalmente esto es también válido para el observador como organismo. Sin el medio no hay conducta, pero sin el organismo tampoco la hay.

Los componentes de un sistema nervioso, sean estos neuronales, moleculares o de otra clase, operan detectando configuraciones de cambios de relacionales de actividad en sus cambios de relaciones de actividad con otros componentes de la red cerrada de cambios de relaciones de actividad que el sistema nervioso es, y que ellos integran. Esto es, el sistema nervioso opera en una dinámica de cambio interno que el observador ve como la distinción recursiva de configuraciones de relaciones de actividad entre sus propios componentes en un continuo fluir cerrado de cambios de relaciones de actividad que en el organismo dan origen a las correlaciones senso / efectoras cambiantes que hacen la realización del vivir de este en interacciones con un medio que surge con su vivir. En estas circunstancias el vivir del organismo transcurre como un proceso histórico en el que la estructura del organismo y de su sistema nervioso, y la estructura del medio que surge con el organismo en la conservación de su vivir, existen en un continuo fluir de cambios recíprocamente congruentes que dura en tanto esos cambios congruentes resultan en la conservación del vivir del organismo. La consecuencia de todo esto es que en tanto la estructura del sistema nervioso cambia con el fluir de las interacciones del organismo generando correlaciones senso / efectoras en este que conservan su vivir, el sistema nervioso permanece espontáneamente generando a través de sus cambios estructurales correlaciones senso / efectoras en el organismo que resultan adecuadas a la conservación de su vivir cambiante mientras conserva su congruencia operacional con el medio también cambiante que surge con la conservación de su vivir, cualquiera sea la forma particular de este vivir.

Todo lo dicho para los organismos con sistema nervioso neuronal se aplica a nosotros los seres humanos. Por esto, todo ocurre en nuestro vivir humano como parte de la continua ampliación y cambio de la red de correlaciones senso / efectoras de nuestro operar como seres humanos en un medio que surge como un aspecto de la realización de nuestro vivir humano. Más aún, igual que en todos los animales, nuestro vivir relacional surge en cada instante como un fluir de correlaciones senso / efectoras determinado por nuestra corporalidad en ese instante y por como nos movemos en el mundo que surge en cada instante en la realización de nuestro vivir en coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales. A esta relación de congruencia operacional dinámica entre organismo y medio, la llamamos acoplamiento estructural.

La conservación del vivir de un organismo es posible en tanto el entrejuego de sensorialidades y haceres en las interacciones entre organismo y medio pase por la realización de las dinámicas relacionales internas y externas de la corporalidad que satisfacen todos los requerimientos orgánicos que constituyen su vivir. En la normalidad de la conservación del vivir de un organismo hay equiparidad operacional entre el campo sensorial del organismo y el ámbito de acción que el medio emergente le ofrece (acoplamiento estructural), de modo que el organismo fluye en su vivir en la conservación de un máximo bien-estar. Cuando esta equiparidad se rompe, ya sea por los cambios del medio, o por la transformación de la sensorialidad del organismo en el fluir de las transformaciones de este en el suceder del vivir, o por los cambios que trae consigo el fluir psiquico en el moverse emocional desde la serenidad a las expectativas, ambiciones, exigencias, enojos o apegos a valores o significados imaginados, el ámbito del bien-estar del organismo se altera o se pierde. Y cuando esto pasa , surge lo que un observador ve como ansiedad o miedo ante lo amenazante, o como frustración ante lo insuficiente, en una perdida parcial del bien-estar relacional, o eventualmente como muerte en algún dominio de existencia humana o del organismo como totalidad. En los animales que viven fuera del lenguajear no aparecen emociones adicionales que abran paso al sufrimiento por la conservación del dolor ante la pérdida de un valor surgido del razonar, pero si aparece el sufrimiento ante una perdida de sentido del vivir desde la conservación de la emoción de abandono o negación relacional. En ellos el vivir el presente no se altera por la perdida de un valor, pero si por la perdida de sentido bien-estar relacional, y pueden entrar en depresión y sufrimiento. En nosotros los seres humanos que vivimos en el lenguajear, en cambio, surgen el dolor por la falta de un valor perdido que vemos como trascendente, y el sufrimiento en la conservación de ese dolor por el apego al valor trascendente que le asignamos a lo perdido desde nuestro pensar racional. Fuera de la cultura del valor no hay apego a un supuesto valor trascendente de lo perdido porque no hay valor como esencia trascendente, sino que se viven dolores transitorios ante las perdidas como aspectos circunstanciales de un vivir en un presente cambiante.



La transformación:


La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le asignamos a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra que el valor o sentido de todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo un modo cultural de mirar y actuar, y no una propiedad intrínseca de ellas. Para que la ampliación del entendimiento se produzca en la persona que sufre, debe ampliarse en su campo de reflexión la captación de las coherencias sistémicas a las cuales pertenece lo perdido, de modo que le sea aparente a él o ella que lo perdido carece de valor o sentido intrínseco. Más aún, esto debe ocurrirle a la persona que sufre aún cuando ella no sabe cuales son las coherencias sistémicas que debe captar.

La ampliación del entendimiento es un fenómeno espontáneo que ocurre en el fluir del vivir de un organismo en la conservación de su congruencia operacional con un medio emergente que surge coherente con su vivir en un ámbito mayor que lo que parece ser su existencia local, y que el observador reconoce cuando ve que el organismo se encuentra operando desde si en un ámbito de coherencias mayor que el que le es usual. El operar del sistema nervioso con componentes neuronales que responden a configuraciones de coherencias relacionales en el flujo de actividad que ocurre en él como red cerrada de cambios de relaciones de actividad, no es fijo sino que cambia en el fluir del vivir del organismo. Lo que sucede es que la estructura del sistema nervioso a nivel de sus componentes y relaciones entre ellos cambia de manera contingente al fluir del vivir del organismo en la conservación de su vivir. En estas circunstancias el cambio estructural del sistema nervioso ocurre siguiendo un camino definido en cada instante por la conservación del vivir del organismo en coherencia operacional con un medio que emerge con él, y en el que la equiparidad de la sensorialidad del organismo con el espacio de acción del organismo también surge cambiante.


Sucede que las configuraciones relacionales diferentes de lo usual que las neuronas componentes de un sistema nervioso distinguen al interactuar entre si, producen efectos inusuales en la dinámica relacional interna y externa del organismo a través de las correlaciones senso / efectoras que evocan en la intersección sistema nervioso organismo. Sucede también que esos efectos resultan ser transitorios o evanescentes si otros aspectos del vivir relacional del organismo, tales como placer, curiosidad, dolor, o miedo, no asocian las configuraciones de relaciones neuronales novedosas que les dan origen a alguna dinámica relacional del organismo que cambia el espacio del vivir de éste. Cuando esta asociación ocurre, se produce espontáneamente la ampliación del ámbito operacional en que la configuración relacional que dio origen a este proceso hace sentido en el vivir del organismo bajo la forma de lo que un observador llamaría ampliación operacional por parte del organismo del entendimiento de las circunstancias de su vivir. En una evocación isomórfica de la experiencia de ampliación del entendimientf, lo que decimos es lo mismo que ocurre cuando en un paseo se va ampliando y modificando el paisaje relacional y de acción que una persona vive mientras sigue un camino cambiante que surge espontáneamente ante el o ella con la conservación de su caminar.

Lo peculiar de lo que ocurre con nosotros los seres humanos surge del hecho que nosotros existimos en el lenguajear, y la ampliación del entendimiento se produce en la dinámica de distinción por parte del sistema nervioso de configuraciones relacionales que hacen sentido operacional en los ámbitos del vivir humano que surgen en el vivir en los mundos que surgen en nuestro vivir en el lenguajear. Los distintos mundos que surgen en el vivir humano se diferencian en las redes de conversaciones que los definen, y a través de estas en las configuraciones relacionales que tratan al valor o sentido que se le asigna a lo que se desea (r`queza, éxito, fama, poder, ... justicia), y que es declarado como fuente de bien-estar y justif`cación del apego al mundo que se vive y conserva en ese vivir. El valor o sentido que se le asigna a lo deseado surge de un mirar fuera del presente relacional que se vive porque implica atribuir a aquello que se trata como si fuese permanente o trascendente algo propio del vivir efímero, en una dinámica que hace a ese valor fuente de enajenación en el apego a un ser que no es. Sin duda hay muchos modos de vivir que se viven en el bien-estar porque se viven en conformidad con el modo de vivir que se desea vivir mientras no se pierde lo que se desea conservar y se hacen presentes el dolor y sufrimiento que surge del apego al valor o sentido asignado a lo perdido. No todo modo de vivir que se vive y conserva porque conserva el vivir aunque se sienta como un vivir en el bien-estar, es un vivir en el bien-estar que conserva el camino del Tao. Y esto es así porque en tanto se trata de un vivir que busca la conservación del valor o sentido trascendente que se le asigna a lo transitorio, esta siempre al borde del dolor y sufrimiento.

Todo valor o sentido declarado como fuente deseada de bien-estar trascendente constituye un vivir enajenado que pronto o tarde se vivirá en dolor y sufrimiento por un apego que nos aleja del bien-estar del desapego que conserva el camino del Tao. Pero si lo que se quiere es el camino del bien-estar que cuando es vivido la reflexión muestra sin describirlo que lo que se vive sólo puede vivirse en lo que las tradiciones orientales llaman el camino del Tao, caben las preguntas: ¿Cuál es el vivir en el bien-estar que hace del vivir el vivir en el camino del Tao sin hablar del Tao? ¿Cual es el destello relacional que si se conserva en el fluir cambiante del vivir humano resulta espontáneamente en la ampliación del entendimiento sin palabras que lleva a vivir lo que un observador llamaría vivir en el camino del Tao? Nuestra respuesta es: el camino del amar.



El camino del amar.

Los seres humanos existimos en el lenguajear, y el lenguajear ocurre en el fluir del convivir que es la realización del propio vivir entrelazado con el vivir de otros en coordinaciones de coordinaciones de haceres. Los seres humanos también existimos en el fluir de nuestras emociones como distintas clases de dominios de conductas relacionales. De esto resulta que el lenguajear lo vivimos en la vida cotidiana entrelazado con el fluir de nuestras emociones en lo que llamamos conversar. En fin, los seres humanos existimos en los mundos que generamos en nuestras coordinaciones de haceres y emociones de modo que nuestras emociones continuamente constituyen el fundamento y el carácter relacional de nuestro vivir y convivir con nosotros mismos y con otros. Entre todas las emociones que vivimos en el fluir de nuestro emocionear, el amar es el fundamento del vivir en el bien-estar en la aceptación implícita de la legitimidad de toda la existencia que evocamos al hablar del camino del Tao.

Lo que distinguimos en nuestra vida cotidiana como amar son las conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, el otro, la otra, o lo otro, surge como legitimo otro en coexistencia con uno. Como tal el amar es unidireccional, no espera retribución, y es negado por las expectativas. El amar no es ni generoso, ni altruista, ni solidario, simplemente no admite adjetivos. Cuando usamos adjetivos que califican la naturaleza del amar al hablar de amar, revelamos que no hay amar. La intención de amar en el amar niega el amar, y la conducta que queremos sea amorosa surge manipulativa. Sin duda podemos describir lo que debemos hacer y sentir en el amar, pero cuando intentamos realizar la descripción de las conductas relacionales que constituirían el amar, salimos del amar y pasamos al espacio del manipular. La descripción no muestra lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional que es distinto y disjunto del dominio en que ocurre la descripción. Por esto es posible decir que el amar que puede ser descrito no es amar.

El amar ocurre en el fluir del vivir en el presente en la legitimidad de todo, sin dualidad, sin hacer distinciones de bueno y malo, de hermoso y feo, … Esto es, el amar ocurre en el fluir del vivir en que uno vive en el dominio de las conductas relacionales a través de las cuales la otra, el otro, lo otro, y uno mismo, surgen sin intención o propósito como legítimos otros en convivencia con uno. El amar es visionario pues ocurre en la ampliación del ver (del oír, del sentir, del oler, del tocar) propio del espacio de las conductas relacionales que ocurren sin prejuicios, sin expectativas, sin generosidad, sin ambición ... El amar no quiere ni busca las consecuencias del amar. El amar no es bueno ni malo, simplemente es el vivir en el bien-estar que trae el vivir sin el sufrimiento que trae el apego al valor o sentido que se ve en lo perdido o en lo que se puede perder. Lo que si ocurre es que los seres humanos somos el presente de un linaje de primates bípedos cuyo devenir evolutivo se produjo en torno a la conservación de un convivir en el amar, la ternura y la sensualidad en un espacio relacional que surgió con la constitución de la familia como un ámbito pequeño de colaboración en el lenguajear. Por esto, cuando surge el amar sin que luego sea negado por el apego a algún valor o sentido que se declara trascendente desde un vivir cultural, como ocurre en la cultura patriarcal / matriarcal que vivimos, vemos que las emociones que lo acompañan son la ternura, la sensualidad y el placer de la cercanía de lo otro. Estas emociones al acompañar la expansión del ver que es el amar, amplían aun mas el bien-estar del vivir el presente que implica vivir lo efímero en su legitima transitoriedad.

Por todo lo anterior, el amar como fenómeno del vivir biológico no sólo ocurre en el vivir en el presente sin apego a la búsqueda de lo permanente, sino que es el vivir el presente sin apego al ser de un ser que no es. Los seres humanos existimos en el lenguajear, en redes de conversaciones, y nada humano ocurre fuera de las redes de conversaciones en que existimos. Así, todas las experiencias que vivimos en nuestro vivir como seres humanos ocurren en el fluir de nuestro vivir humano como aspectos de nuestro vivir que distinguimos como lo que nos sucede viviendo el vivir en el conversar que es el vivir humano. Por lo tanto el Tao, o el camino del Tao, ocurre y sólo puede ocurrir en el vivir humano como un aspecto del vivir humano. Esto es, el camino del Tao no niega ni puede negar la consciencia de si, pues ocurre en el vivir humano en consciencia de sí en tanto se vive el vivir humano sin apego a la consciencia de si, y toda referencia al Tao o al camino del Tao que parezca negar el vivir en consciencia de si engaña o resulta engañosa.


El camino del amar como vivir en el presente sin apego es el camino del Tao vivido en el ser social humano, y el ser social humano se vive desde y en el vivir individual en el fluir de la convivencia en el amar que es el convivir social. El convivir fuera del amar no es convivir social. No es lo que le pasa al otro lo central en el camino del Tao sino que es lo que le pasa a uno; no es lo que le pasa al otro lo central en el amar sino que lo que es le pasa a uno. Sin embargo, sin el bien-estar del otro y de uno mismo en la convivencia no es posible vivir el camino del Tao porque se vive en el apego al valor que se le asigna a la justificación de la negación del bien-estar del otro. Así mismo, sin el bien-estar del otro y de uno mismo en la convivencia no es posible vivir en el camino del amar porque se vive en el apego al valor que se le asigna a la justificación de la negación del bien-estar del otro.

La noción del Tao como camino del vivir es una abstracción del convivir social humano; una abstracción de un aspecto básico del vivir biológico humano que es el fundamento del bien-estar corporal y psiquico; una abstracción de la biología del amar. Y esto es así porque la biología del amar es el fundamento del bien-estar corporal y psiquico en todas las dimensiones del vivir humano.

La existencia de los seres vivos es multidimensional. Los seres vivos existimos en todo momento en la realización más o menos independiente de muchas identidades diferentes que se entrecruzan en nuestra corporalidad, y que se conservan como formas particulares de ser que se separan en mayor o menor grado en nuestro operar como totalidades en el fluir relacional en que somos organismos. Las múltiples identidades que de hecho vivimos o podemos vivir como organismos singulares, no se aúnan en nuestra singularidad orgánica en la perdida de sus deslindes operacionales fisiológicos y relacionales. No; lo que ocurre es que las múltiples identidades que vivimos se entrelazan como aspectos mas o menos fluidos de la identidad de nuestro vivir relacional en la generación de una existencia psíquica unitaria más o menos integral a través de nuestro operar como totalidades en nuestro ámbito relacional.

En otras palabras, la unidad psíquica que vivimos como seres vivos, resulta de la unidad operacional que surge de la unidireccionalidad de la realización del vivir en el fluir del vivir en la conservación del vivir como organismos. Al mismo tiempo, la unidad psíquica de nuestro vivir como personas, resulta de la unidad operacional relacional que surge de nuestro vivir emocional en los distintos mundos que generamos en nuestro vivir en el conversar en nuestra realización como personas. El fluir de nuestro emocionear en el fluir de nuestro vivir como seres humanos, define en cada instante el espacio relacional en que nos movemos en ese instante, dándole su carácter especial como un modo de vivir en un dominio de bien-estar particular. Nuestras emociones definen el carácter de nuestro vivir abriendo o cerrando espacios relacionales en los que pueden surgir tanto el apego al valor que le asignamos a lo efímero y con ello el sufrimiento, como la consciencia del no ser de todo ser y con ello el desapego en todas las dimensiones del vivir en el abandono de las exigencias y expectativas que es el vivir en el amar.

La emoción que se vive en cada instante del fluir de nuestro emocinear, penetra todas las dimensiones de nuestro vivir con mayor o menor estabilidad según los apegos que surjan en ella. Miedo, codicia, ambición, envidia, competitividad, son emociones que restringen la mirada y abren el espacio al apego. El amar es la única emoción que expande la mirada en todas las dimensiones relacionales y amplía el ver, el oír, el tocar, … De hecho, como el amar consiste precisamente en el abandono de las certidumbres, las expectativas, las exigencias, los juicios y prejuicios, es la emoción que consiste en la realización del camino del desapego en todas las dimensiones del vivir como un resultado espontaneo de su mero ocurrir en la aceptación unidireccional de la legitimidad de todo en el vivir, incluso del rechazo de lo que no se quiere que ocurra. El camino del amar es el camino del vivir que evoca la noción oriental del Tao.

Vivimos una cultura, la cultura patriarcal / matriarcal, que al estar centrada en la desconfianza y el control, la autoridad y el sometimiento, la apropiación y la ceguera ante el otro, niega el amar. Desde ese vivir, y en la nostalgia por el vivir en el bien-estar psiquico corporal propio de nuestra infancia de mamíferos, buscamos el bien-estar del amar como creemos que es, como un bien-estar permanente, y lo buscamos en lo ideológico fuera del amar. En esa búsqueda aparecen emociones como la solidaridad y la compasión, que son emociones que imitan el amar sin lograrlo porque no implican, en el operar relacional que las constituye, a la unidireccionalidad y apertura en el ver al otro y a si mismo en su total legitimidad propia del amar. Vivir en la biología del amar implica salir de la cultura patriarcal / matriarcal que la niega.

El camino del Tao como camino del amar no es posible sin salir de la cultura patriarcal / matriarcal que vivimos porque el amar ocurre solo fuera de esa cultura. Cuando se está fuera de la cultura patriarcal / matriarcal que niega el amar, se vive el camino de la biología del amar, se vive el amar sin hablar del amar, y se vive el camino del Tao sin hablar del Tao.

Es por esto que al intentar evocar el camino del Tao como un vivir en el desapego la tradición oriental se ve obligada a usar expresiones como: “Quien desee alcanzar la unidad debe practicar la virtud sin hacer distinciones … debe disolver todas las ideas de dualidad: bueno y malo, hermoso y feo, alto y bajo … amar, odiar, tener expectativas, todos estos son apegos.” Vivir ese vivir es vivir en el camino del amar: es vivir espontáneamente en la unidad de todo.

La biología del amar es el camino del Tao; la biología del amar es el Camino Integral; la biología del amar es el camino del Tao en tanto es amar sin hablar del Amar. El camino del Tao es el camino de la Biología del Amar.

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