El selector natural


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Extracto de Captando genomas
De Lynn Margulis y Dorion sagan
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La reproducción o la voluntad de poder de Nietzsche

Todos los organismos llevan dentro de sí el equipo químico necesario para la reproducción. Las bacterias se dividen en dos, dos se convierten en cuatro, cuatro en dieciséis y así ad infinitud. Los foranimíferos, grandes protoctistas con cáscara que viven en el océano, se multiplican por centenares. Un solo progenitor puede engendrar 320 pequeños descendientes nadadores en cuestión de minutos. En los animales y las plantas, el apareamiento es a menudo el único juego disponible. Con o sin pareja, la reproducción constituye el impulso final, el objetivo de la vida. Friederich Nietzsche describió la tendencia incesante de la vida a seguir su propio curso, a crear y expandirse, a ver las cosas según cierta interpretación poética que tiende a ser olvidada, como “la voluntad de poder”.

En contra posición a esta fuerza creativa está la selección natural, que no genera nuevas formas, ni innova ni produce, sino que - como su nombre indica – simplemente selecciona entre lo previamente creado.

¿Para qué sirve pues la elección de la selección natural? Del mismo modo que muchos evolucionistas modernos se permiten cierta vaguedad poco científica acerca del papel de la selección natural en la evolución, también se otorgan licencia para mostrarse igualmente ambiguos acerca de la identidad del selector natural. Es demasiado fácil levantar los hombros y afirmar que “el entorno selecciona; los más aptos sobreviven”. Para empezar, ¿qué significa exactamente “apto”? ¿Qué partes del entorno son las que seleccionan? ¿Hasta dónde llega el entorno? Las preguntas de esta índole tienden a ser contestadas ambiguamente o por medio de respuestas puntuales, caso por caso. En seguida asoma una férrea resistencia a cualquier esfuerzo sistemático de identificación del agente o los agentes de la selección natural.

Declaramos en este capítulo que la sencilla pero importante afirmación de que el selector natural es Gaia, entendiendo por tal a la biosfera, es decir, todo el conjunto de interacciones que se dan sobre la superficie de la Tierra junto con la biota o materia viva, organizadas de forma natural en ecosistemas. La “biota”, o biomasa total, se refiere a la flora, la fauna y la microbiota como un todo. La selección natural constituye uno de los medios por los que Gaia, como sistema autorregulador, se mantiene a sí misma como una entidad dinámica y al mismo tiempo estable.

Poblaciones incontrolables

Los constreñimientos medioambientales cotidianos, como la falta de agua, la masificación o el hambre, previenen la expansión indefinida que las poblaciones seguirán de por sí. Puesto que cada población tiene sus energías específicas – carbono, nitrógeno, agua, etc. -, su espacio y otros requerimientos, que nunca son completamente proveídos por el entorno, la expansión de la población se ve inevitablemente limitada. La selección natural – proceso netamente sustractivo – elimina a quienes, por una u otra razón, no logran sobrevivir para reproducirse. Por definición, los que quedan sobreviven y tienden a transmitir a su progenie sus rasgos heredables. Habida cuenta de que estos descendientes retendrán rasgos conducentes a la supervivencia en determinados tiempos y lugares, la vida sobre el planeta guarda en cierto modo el registro de su pasado. En sus complejas memorias químicas, los cuerpos vivos almacenan registros de las limitaciones ambientales del pasado que lograron superar.

El reconocimiento de Darwin

¿Por qué alberga una termita treinta especies distintas de protistas y más de doscientas clases distinguibles de bacterias? ¿Por qué en el ecuador de los trópicos, donde el sol sale exactamente a las seis de la mañana y se pone exactamente a las seis de la tarde, donde las condiciones de vida son tan tremendamente uniformes, son los seres vivos tan espectacularmente diferentes? ¿Por qué en los picos pelados de los volcanes de las islas Galápagos, desoladas bajo un sol incesante y tan parecidos en tamaño, historia, agresiones físicas y geografía, son sus habitantes tan profundamente diversos? “Esto se me ha antojado siempre como una gran dificultad – escribió Darwin hacia el final de su Origen de las especies según cita Jonathan Wiener en The Beak of the Finch – que procede en gran medida del error profundamente arraigado que consiste en considerar a las condiciones físicas del entorno como lo más importante para sus habitantes, cuando creo que ya no se puede discutir que la naturaleza de los otros moradores, con los que cada cual debe competir, constituye un elemento al menos tan importante, si no más, para el éxito”.

Que un nuevo ser vivo empollado, parido o germinado prospero, viva, se multiplique o sobreviva dependerá en parte, por su puesto, de las condiciones climáticas y geográficas de su entorno, pero que acabe convirtiéndose en el alimento para otro o en su amigo y aliado en una gran batalla, o que reciba sombra o calor o sufra por el contrario de la ira de cualquier otro, dependerá en gran medida de la benignidad o de la agresividad de esos otros seres vivos, con los que compartirá ese entorno en el que le ha tocado tratar de sobrevivir. Sea cual fuere su naturaleza, que los seres vivos lleguen o no a reproducirse depende de los otros seres que vivan en su entrono inmediato, sean éstos de otra especie o de la suya propia.

Gaia como selector natural

Gaia, el nombre de la antigua diosa griega de la Tierra, utilizado ahora como nombre de una teoría para el planeta vivo, se define tal como describe la leyenda de la figura 8.1.


Figura 8.1. La tierra de los astronautas del Apolo, vista desde la Luna.

El término “biota” se refiere a la totalidad de la flora (plantas), la fauna (animales) y la microbiota (hongos, protoctistas y bacterias), es decir, equivale a la suma total de toda la biomasa del planeta; en otras palabras: a toda la materia viva presente. La biota comienza y acaba dentro de la biosfera, es decir, de la parte de la esfera terráquea donde mora la vida y que abarca desde la profundidad de las simas oceánicas hasta la troposfera. En ella viven más de treinta millones de tipos de organismos, especies y cepas bacterianas, descendientes todos ellos de antepasados comunes. Todos interactúan entre sí. Todos producen y eliminan gases, iones, metales y compuestos orgánicos. El metabolismo, el crecimiento y las interacciones de esta miríada de seres, particularmente dentro de las soluciones acuosas, condujo a la modulación de la temperatura, la alcalinidad y la composición atmosférica de la superficie terrestre.

Está, pues, claro que Gaia se refiere a la suma de todos los seres vivos, más que a un organismo “A” arbitrariamente elegido, inmerso en su propio entorno sobre la superficie del globo. La visión gaiana de la vida incluye también el entorno de todas esas otras formas de vida. Es Gaia, como un todo, la selectora de ese organismo “A” como miembro de la población de “A” dentro de la naturaleza. Es Gaia, en general, quien previene que las poblaciones del organismo “A” desarrollen todo su potencial. Como en toda población, desde las bacterias del ántrax en un pulmón caliente a las ratas de Nueva Cork en los sótanos de las casas viejas, el crecimiento por medio de reproducción seguirá y seguirá hasta ser detenido…por la selección natural. El hecho de que Gaia seleccione de forma natural nos ayuda a comprender por qué la Tierra es un sistema integrado.
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